Soy una persona cristiana, no católica, pero cristiana. El sábado pasado fui con mi familia a ver los bailes a Tucapel y lamento mucho, creo que como varias personas, el ver que además de los típicos picarones o sopaipillas a la venta, esta vez habían stand con juegos; sí señores, con juegos, la verdad una verdadera lástima. Sé que las personas que se dedican a esto, trabajan dignamente y no es culpa de ellos.

Pero expresamente llamo a las autoridades a no cometer este grave error y no dar permisos para una oportunidad próxima, se los agradecería de todo corazón, si no fuera mucho decir fue error garrafal; sé que hay otras instancias para estos stand, pero por favor, en un espacio donde está la fe de las personas, en un acto de profunda religiosidad, no.

Verónica Ramírez Cortés

Estudiando en estos días un diplomado en bioética, me ha tocado profundizar sobre el tema de arriendos de úteros o madres de alquiler, y creo preciso reflexionar el tipo de sociedad que queremos. Pocos días atrás se conoció la noticia de que un matrimonio australiano contrató a una mujer tailandesa para arrendarle su útero, al enterarse que serían gemelos y uno de ellos venía con síndrome de Down, le pidieron abortar, la mujer tailandesa se negó y finalmente al nacer solo se llevaron la niña sana y la niña con síndrome de Down la abandonaron, lo que ha generado gran controversia internacional. También se ha conocido la iniciativa legislativa popular en España que recoge firmas para que el Gobierno estudie la legalización del vientre de alquiler, hay que decir fuerte y claro que los seres humanos no son objeto de producción. Una persona es justamente acogida en el mundo cuando es la unión de dos personas en cuerpo y alma, eso es lo justo y lo digno. Producir seres humanos es injusto, porque los seres humanos no son objeto de producción, no son cosas que se producen ni reses que se reproducen. Puede parecer lejano, pero es cuestión de tiempo que este debate llegue a nuestros diputados y senadores.

Juan Enrique Jara Abogado