En las afueras de Taca Do Raposa había cuarenta y dos enviados especiales de Chile, tres policías de aspecto enojado, dos negros que miraban todo en silencio, un perro triste y un solo hincha, don Jaime Miranda, 70 años y con tiempo libre. El Chico Díaz, sin duda el líder del grupo, relataba sus experiencias antiguas. Claudio Bustíos relataba sus experiencias nuevas. Y los enviados especiales reían o hablaban de moscas gigantes nacidas en Brasil. O del sol que les pone rojo el cuello.
-Supe algo- dijo otro reportero que sale en televisión.
-¿Qué?- dijeron todos.
-Los tres cabrones de Chile son Medel, Alexis y Valdivia. No se mueve nada sin su aprobación.
Otro dijo que, según supo, Vidal domina a Sampaoli. Vidal es finalmente quien determina si Vidal juega o no juega. ¿Y juega? preguntamos.
Vidal lo está pensando, dijo. Y otro apuntó que en el asado de anoche, el plantel no tuvo más remedio que tomar jugo de frutas.
A Pinilla lo ven callado. El otro día le pusieron una modelo frente a los ojos y el asesino de las discoteques no le guiñó el ojo. El diagnóstico es que Chile está enfocado. Medel ha golpeado la mesa: no quiere chacota, distracciones, ni líbido. El capitán en privado de Chile quiere que todos piensen en la cancha. En cambio, la prensa de pronto se desenfocó.
A las 12 horas ocurrió lo más interesante de la jornada. Tres bailarinas se asomaron al búnker y ofrecieron masajes. Este enviado especial recibió un prospecto informativo que se lo dio Camila, 22 años, soltera, amante de los gatos y quien se desnuda por 50 reales. Promovían placer y orgasmos mineiros.
-¿Qué está pasando?- preguntó Toño Prieto simulando consternación, mientras les sacaba fotos.
-¡Miren, llegaron las putas!- gritó un neófito.
-Bueno, en fin, muchachos…¡Lo que pasa en Brasil, queda en Brasil!- gritó, ya un tanto descompensado, el Toño Prieto.
Este enviado especial se acercó a las mujeres y les preguntó por sus labores íntimas. 'Muito placer para voce', dijo Camila. Otra dijo: 'Seducao y discricao'. Entonces irrumpió el Chico Díaz, algo fuera de sí, y gritó: 'Son una belezaa. Hola, soy Ernesto'.
Las mujeres anunciaron que cobraban 200 reales por un servicio satisfactorio. Se subieron al auto de un matón de raza negra y se fueron riendo. J