'P ido tranquilidad', dice, con los nervios bajo control, el presidente de Barnechea, el señor Armando Cordero. Mañana su club juega el partido más importante de su vida, juega el ascenso a la Primera A frente a San Luis. Y el señor Cordero, apelando a una estrategia deportiva, sólo trata de congelar la euforia: 'Estamos lejos del objetivo. Uy, muy lejos. Quedan 90 minutos impredecibles'. Las matemáticas son menos desconfiadas: el club, tras vencer 1-0 a San Luis en Quillota, está sólo a un empate de la epopeya.
'Somos un club chico, tomemos esto con calma', aconseja, otra vez. Y él, que tomó el liderazgo el 2008 y le introdujo dinero a la institución, empieza a sentir la ansiedad. El hombre está al borde de un hito. Hace 31 años el club ingresó a la cuarta división, sorprendió con su veloz despegue y pasó todas las etapas sin hinchas en la galería. La hazaña, en el sentido estricto, se debe al señor Cordero.
-No pienso en eso. Pienso en el partido de mañana. Pienso en San Luis.
Cordero está enfocado. Y si uno le pregunta por la salud de los delanteros o por el estado anímico de Hugo Vílchez, el entrenador, el señor Cordero, sin coherencia, sólo dice: 'Por favor, calma. Vamos paso a paso'. Y, por el estrés, no responde.
Es un club geográficamente de élite. Están ubicados en la zona este de Santiago, entre Los Trapenses y la población Cerro 18. O bien, entre los poderosos y los pobres. El plantel se compone de jugadores sencillos que entrenan frente al Colegio Nido de Águilas. Concentran en el Radisson de La Dehesa. Pero, aún así, Armando Cordero niega que Barnechea sea un equipo para la elite.
-No somos cuicos.
'El fútbol es transversal. No tiene clases sociales. El fútbol une', agrega. ¿Los vecinos de La Dehesa están con el club? 'No aún', confiesa. Y promete un plan para incorporar a los vecinos. Una estrategia para seducir a los dos estratos.
Pero el club, analiza, no está preocupado de la pirámide social. Es un equipo que aspira a insertarse en la comuna y aumentar con urgencia sus socios. 'Queremos fútbol para todos en Barnechea', lanza el presidente. Se financian con los aportes del CDF y fondos privados. El club requiere de 100 millones anuales para funcionar.
Si llegan a Primera A las cosas cambiarían, pero faltan 90 minutos para analizar el futuro. Lo primero, advierte Cordero, es hacer realidad el viejo sueño. No estar en la elite social, sino en la elite futbolística. ¿Y contratarán jugadores rubios para atraer a los vecinos? 'Si los rubios son buenos, seguro los contratamos', finaliza, con espíritu transversal, el presidente de Barnechea. J