Hablar de alumbrado público es también hablar de seguridad ciudadana, toda vez que una deficiente iluminación contribuye a aumentar la sensación de inseguridad y nos hace más vulnerables ante situaciones de riesgo.

Según los expertos, una vía mal iluminada no sólo es sinónimo de accidentes de tránsito o de conflictos viales, sino que se transforma en un factor que promueve los robos, la violencia y el narcotráfico; es decir, se vincula directamente con la posibilidad de albergar a la delincuencia.

En ese sentido, es muy preocupante el actual estado de penumbra que a diario exhiben diversos sectores de la comuna, lo que da cuenta de desajustes respecto a la administración municipal. Desafortunadamente no se trata de un hecho aislado, sobre todo si se considera que durante los últimos meses el municipio también ha enfrentado otras complejidades, entre ellas serias deficiencias relacionadas con la recolección de basura domiciliaria.

Lamentablemente, se trata de episodios que están afectando de forma directa la calidad de vida de la población, por lo que la demanda de una solución es evidente.

Al asumir la compleja responsabilidad de administrar la comuna, el alcalde Salvador Urrutia y su equipo se enfrentaron a un municipio prácticamente paralizado, producto de una serie de irregularidades que terminaron con el ex alcalde, ex concejales, funcionarios y empresarios investigados por una supuesta red de corrupción que operaba al interior del edificio consistorial. Dicho antecedente permitió establecer la necesidad de regularizar los procesos y hacer nuevamente operativo al municipio.

Sin embargo, a casi dos años de aquel lamentable episodio, la corporación edilicia aún presenta situaciones que se contraponen absolutamente a las promesas de campaña y que, en definitiva, hacen suponer que aún existen temas no resueltos.

Ante estos hechos, es necesario que el municipio trabaje por resolver todos aquellos problemas que dificultan el diario vivir de sus habitantes.