Cocina sin fronteras
Aunque no estemos cerca de septiembre, las empanadas, humitas y pastel de choclo, siempre recuerdan las festividades patrias, esa exquisita cocina chilena criolla que está cargada hacia el centro sur del país y que a pesar de reconocer como chilenos, no necesariamente nos representan como nortinos y ariqueños.
Nuestra cocina regional tiene matices diferentes a la del resto del país y bien lo saben aquellos que comieron alguna vez una humita en algún local tradicional de la ciudad y encontró una pasa y un dejo a canela o anís. También aquel que peregrinó hacia Las Peñas y compró una sopaipilla enorme, nada parecida a las del sur.
Y es que nuestra cocina tiene mucho de Perú y Bolivia, la cocina de una región no se basa en los límites políticos, se basa en la geografía y la disponibilidad de ingredientes de cada territorio, en las costumbres de los pueblos que vivieron, viven y vivirán ahí, desde tiempos ancestrales a la fecha, incluyendo la llegada de inmigrantes visionarios y esclavos obligados.
Todo sumó para que finalmente hoy tengamos una cocina única en nuestro país, no sirve discutir el origen de un plato típico de esta región atribuyéndolo a un país determinado, esto sería ir en contra de la historia de nuestra ciudad. Más bien debemos celebrar la multiculturalidad, ya que la cocina no divide los pueblos, está hecha para unirnos en torno a un momento lleno de sensaciones y recuerdos.