Ariqueñas acaban con el tabú del pole dance
Poco a poco la disciplina deja de lado la imagen sexualizada por una mucho más deportiva.
Algunas personas asocian directamente el pole dance con el sexo. Claro, el horario nocturno de nuestra televisión se ha encargado de crear esa imagen de la guapa muchacha que se desviste en un caño para aumentar el rating y el ritmo cardiaco de los varones. Sin embargo, el arte del pole dance, aún emergente en nuestro país, es para quienes lo practican una verdadera disciplina deportiva, que requiere más que nada dedicación y mucho esfuerzo.
En Arica poco a poco se está haciendo conocida esta actividad como una alternativa de actividad física. Sin embargo, el pole dance o "baile del caño" se remonta a varios cientos de años, más de 250 para ser precisos, cuando se utilizaban mallkhamb (tubo gimnástico) y en el mallastambha (pilar gimnástico) para la práctica del yoga. Eso sí, se debe reconocer que el mismo arte comenzó a hacerse masivo por los strip clubs en los que las bailarinas encandilaban a los clientes con sus bailes sensuales y escasez de ropa.
La historia nos cuenta que fue la canadiense Fawnia Mondey en 1994 quien comenzó con las escuelas de pole dance. Como bailarina exótica y enamorada del tubo y de las posibilidades de entrenamiento que entregaba, preguntó si habían escuelas donde aprender nuevas técnicas. Con una respuesta negativa, la canadiense decidió establecer la primera academia de pole dance, comenzando a masificarse esta actividad.
Dicho esto nos regresamos a nuestra ciudad, donde un grupo de poco más de veinte ariqueñas se decidió a emprender un camino donde la destreza física y la sensualidad se toman de la mano.
La profesora de pole dance, Carolina Guarache, nos relata que la actividad no se trata de explotar la sexualidad para llamar la atención, sino más bien de practicar una actividad diferente que entrega a las alumnas no sólo la capacidad física de hacer acrobacias en las barras, sino que además las chicas aprenden aspectos tan importantes como la postura, el caminar, entre otros.
Si pudiéramos comparar el arte de la barra con algún deporte más conocido, podríamos asimilar la práctica como una variación de la gimnasia rítmica, viendo al tubo como un aparato más a la par de los aros, la cinta o las mazas.
"Acá se trabaja dependiendo de tu capacidad y tu actitud. Si vemos que puedes más te hacemos crecer porque la idea es que las alumnas avance,", detalla la instructora.
- Yo hago ballet desde los seis años y me interesó esta actividad porque era un baile muy sexy y acrobático. Te tonifica todo el cuerpo y te mantiene bien de una forma divertida. No es como ir a un gimnasio y hacer sólo pesas; eso te aburre. Aquí debes complementar la clase con buena música, con mucho baile, elongación. Trabajamos el yoga, ballet, gimnasia, tanto rítmica como artística.
Lo que hay que tener claro, según nos explica Carolina, es que el pole dance dejó de ser algo que se vincula a los centros nocturnos. En un night club, las bailarinas juegan con el striptease, desvistiéndose lentamente y en eso basan su espectáculo. En el pole dance, la clave está en poder encantar a través de la danza, de la coreografía, de las maniobras y, por supuesto, de un poco de sensualidad.
"Lo que más se trabaja es la parte abdominal y los brazos. O sea, esos 'murciélagos' que les salen a las mujeres debajo de los brazos en poco tiempo comienzan a desaparecer. La tonificación de las piernas igual, es realidad es un ejercicio muy completo", detalla Carolina.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Para gran parte de la sociedad el practicar pole dance es mal visto, siendo casi un tema tabú para aquellas parejas en las que la mujer busca dale un nuevo aire a la relación.
Existe un poco de temor, como nos cuentan en la academia, en el gran número de las damas a la hora de ir a conocer de qué se trata, miedo en el cual mucho influye la opinión de los varones quienes tiene una apreciación totalmente distorsionado de lo que se ensaya.
"Se está liberando el tema, porque hoy es algo más deportivo. Aún así hay muchas chicas que a través del Facebook me dicen 'estoy muy interesada pero mi marido no me deja' o 'mi pololo no me deja'. Es común que me pregunten si pueden venir con el pololo a ver la clase para saber de si les da permiso. Todo eso apunta a que si hay muchas mujeres que no se atreven es por la pareja", detalla la instructora.
- Lo que pasa es que el pole dance se asimila aún al baile del caño que se ve en los night clubs, con chicas en colaless y mucho striptease. El pole dance no tiene stripteasem, esa es la gran diferencia con el caño. En el pole es el ejercicio acrobático en una barra vertical, el baile del caño es una chica con tacos que se sujeta de la barra para no caerse mientras se quita la ropa.
Carolina trabaja hoy con un grupo de veinte mujeres ariqueñas que van desde los 7 hasta los 52 años.
La experiencia de la profesora la lleva a indicar que las más jóvenes buscan en la disciplina la acrobacia, el poder realizar piruetas sobre el tubo. Las más adultas, en cambio, quieren la sensualidad de jugar a través del baile y la seducción, una experiencia que puedan compartir en pareja.
"Lo primero que me atrajo fue el ver en qué consistía el pole dance, cómo se trabajaba. Siempre he hecho algo de actividad física pero no constante y aquí se trabaja mucho lo que es la musculatura y ves cambios en tu físico en muy poco tiempo. Te marcas, adquieres más fuerza y elasticidad", nos detalla Melissa Torres de 38 años y que lleva tres meses como alumna de pole dance.
Entre las más jóvenes destaca Constanza Bravo, de 17 años. La muchacha explica que además de ser muy entretenido, para ella la sensualidad que existe en la actividad es llamativa. "No sabía nada, hace un mes llegué y me motivé mucho. A mi papá no le gusta mucho esto y mi mamá me felicita por las piruetas que saco", expresa la chica que no esconde los recaudos de su pololo para que no se saque fotos practicando la disciplina.
Por otra parte, Francisca Concha de 16 años vive una situación totalmente distinta. Nos confiesa que fue su madre quien la llevó a las clases y recibe un gran apoyo de su familia, donde el pole dance es visto como lo que es, un deporte.
"Mi familia es súper abierta de mente. Hacía natación y también danza árabe, siempre he estado en movimiento. El pole dance hay que amarlo para quedarse harto tiempo. Al final del día queda una moreteada por las caídas y los golpes. Es como un deporte, muchos no lo toman así pero es lo que es", opina la joven.
Si bien aún existe muchos mitos respecto al arte del pole dance, los beneficios parecen ser muchos más que los prejuicios de la sociedad chilena. J