La talabartería: el arte de confeccionar maravillas y que se niega a desaparecer
Un trabajo antiguo y que está casi en extinción en nuestra ciudad es la talabartería, profesión que permite crear artesanías desde un trozo de cuero.
Ya sean zapatos, carteras, cinturones o incluso estuches de armas, el talabartero ha sido pieza clave en el desarrollo de las sociedades desde tiempos inmemoriales, en los que las personas comenzaban a ver en el caballo un medio de transporte e instrumento esencial de guerra.
En Arica, como ya dijimos, la tradición del artista del cuero ha comenzado a ver sus últimos años, con una cantidad de tiendas que no llegan a ocupar los dedos de una mano.
Uno de estos locales se ubica en el mercado del Cerro La Cruz, lugar en el cual trabaja un hombre de raíces centrales, pero que ha cultivado sus últimos años en la ciudad de la eterna primavera.
José Germán Díaz Paz, nacido en el poblado de Canela en las cercanías de Coquimbo, llegó a la puerta norte del país en tiempos del servicio militar. Siendo un chiquillo arribó a tierras calameñas, zona en la que aprendió el arte de la zapatería y de la talabartería.
Sin embargo, la profesión no era más que un hobby, una distracción aprendida en medio de los extenuantes ejercicios militares.
- Yo llegué el año 1977, trabajando primero en una zapatería. Al poco tiempo decidí incorporar en mis oficios la talabartería, la cual elabora, prepara y trabaja el cuero.
Con el orgullo de un hombre que ama confeccionar las prendas del huaso chileno, José expresa que su especialidad son los cinturones de la vestimenta típica nacional.
Sin embargo, el maestro confiesa que no ejerció como talabartero. En los 36 años que lleva en nuestra ciudad, el talabartero se alejó de las tijeras y máquinas de cocer, recordando los días cada vez que le daba tiempo a su hobby. Es ahí cuando el destino lo llevó a ganarse la vida con un arte que ha perfeccionado desde los 18 años.
"Quedé minusválido el año 1995 por una operación a la médula ósea. Desde ahí que volví a mi oficio. Por mi estado de salud no puedo trabajar en cosas de fuerza, en levantar peso. Regresé a mi oficio y gracias a Dios me ha ido bien", detalla el hombre.
Existen distintos tipos de cuero con los que trabajar. Específicamente, Díaz manipula el de tipo inglés, cien por ciento vacuno que presenta una textura fina que lo hace fácil de manipular.
Al ser suave, manejable y sencillo de teñir, resulta perfecto para la confección de cinturones de huaso.
La badana o cuero de chivo es otro material con el que se trabaja y que es utilizada para la manufactura de sombreros, billeteras y carteras.
Ahora bien, los talabarteros como José Paz son el último eslabón de una cadena de producción que inicia desde los mismos mataderos donde se sacrifican los animales.
Los cueros son tratados con distintos químicos en las curtiembres, las cuales en Chile se encuentran en zonas como Parral o Santiago. Dicho proceso busca limpiar el cuero, eliminando la piel, la carnaza y el pelaje del animal, aunque este último detalle en ciertos cueros se deja para una artesanía de mayor detalle como botines o carteras.
Posteriormente se prensa el material para que pueda ser manipulado por los talabarteros.
"Aquí puedes ver una suela más dura, aunque pertenezca al mismo animal que te dio está más delgada". José muestra los cueros que en abundancia decoran su local. Y claro, la textura, la rigidez y el grosor de los cueros son muy distintos, pese a que son de misma criatura.
- Depende de la edad del animal y a la vejez del cuero. Mientras más viejo es un animal, más grueso es el cuero. Además, los machos entregan cueros más gruesos que las hembras.
Cerca de un 50 por ciento bajan las ventas de José cuando no es época dieciochera. Sin lugar a dudas que la talabartería comienza a quedar olvidada en nuestra tierras, donde el apero chileno y las monturas a caballo rondan el mundo de unos pocos.
"Pienso que no es el amor a las tradiciones lo que se ha perdido, es la zona donde vivimos. Nos es común que el nortino use sombrero para el sol como en otras partes del país, por ejemplo. Uno se siente mal en verdad, porque en Arica se debería usar la vestimenta de huaso más que como un disfraz de Fiestas Patrias, lo que es una ofensa al apero chileno". La opinión dura del talabartero no es de extrañar. En el centro y sur la chupalla y el sombrero de huaso se ven recurrentemente, a diferencia de nuestra zona.
Ahora, José Paz no pierde la esperanza que una nueva pasión por las tradiciones nacionales pueda surgir en Arica, la cual se puede fundar en los más pequeños.
"Me gustaría que no se perdiera la tradición. Afortunadamente hay escuelas donde la cueca se enseña y los chicos disfrutan bailándola. Es un pequeño paso, pero poco a poco pueden resurgir nuestras tradiciones", finaliza José. J