Camila Espinoza López
Pamela Díaz vivió una verdadera noche de terror durante Halloween, cuando fue a reclamar a una vecina por la ruidosa fiesta que estaba organizando en el condominio donde viven ambas en Chicureo, Región Metropolitana. La discusión subió de tono y las dos terminaron detenidas por agredirse.
El caso de "La Fiera" está lejos de ser único, ya que diariamente pueden desencadenarse conflictos entre vecinos, que afectan la calidad de vida.
"Hoy en día pasamos poco tiempo en las casas y prácticamente no tratamos ni conocemos a nuestros vecinos, ni siquiera sabemos sus nombres", dice Gabriel Sánchez, docente de la escuela de psicología de la Universidad de Las Américas-UDLA.
Saludar al vecino
El experto dice que el primer paso para enfrentar y anticipar problemas es tan simple como poco utilizado: saludar. "Es una habilidad social básica que podría generar una mayor cercanía con ellos", explica.
Añade que "no se trata de ser amigos, sino que de establecer relaciones humanas sanas y de mejorar la calidad de vida para todos".
Llegar acuerdos
El psicólogo explica que otra forma de anticiparse a los problemas es llegar previamente a acuerdos sobre lo que se puede y no hacer en una comunidad.
"Se hace necesario que los habitantes de la comunidad se pongan de acuerdo y fijen normas de convivencia, que todos deben respetar; normas elementales tales como derechos, obligaciones y deberes que regulen la vida comunitaria y que, además, cuiden la seguridad y el buen trato de todos", dice. Recalca que "es importante saber a quiénes tenemos al lado, por lo que será primordial conocer sus nombres y conversar sobre temas comunes, tales como la seguridad contra la delincuencia o sobre el mejoramiento del condominio".
Espíritu comunitario
Sánchez agrega que otro punto importante es ser empático.
"Es relevante generar conciencia de comunidad, de convivir con respeto", plantea.
Borja Castro, psicólogo de la escuela de trabajo social de la Universidad Andrés Bello, recalca que "pareciera que la propiedad privada vendría en conjunto con que el otro no existe. Entonces, como estoy en mi propiedad privada, puedo hacer lo que quiero".
"Pero no necesariamente es así", dice.
Avisar de las fiestas
Más allá de los criterios generales, un consejo práctico es, derechamente, avisar a un vecino cuando hará una fiesta.
"Se puede ir el día anterior a la fiesta a comunicar qué se hará, y explicarle al vecino. La persona que hace la fiesta también tiene que tener un grado de conciencia del otro", dice Borja Castro.
Esto mismo sirve si quiere hacer un asado y funciona mejor si lo complementa con un conocimiento más estrecho de quiénes viven cerca suyo.
"Es bueno presentarse, decirle quiénes son tus hijos. A esa familia o a ti puede que te guste hacer asados y puedes preguntar si les molesta y así minimizar el potencial conflicto", recalca Castro.
Otra buena estrategia, dice, es invitar al vecino como cortesía.
Franqueza
Si los pasos previos no funcionan, Gabriel Sánchez dice que se debe comunicar en forma clara y respetuosa que existe un problema: "Un paso importante que se puede seguir es el diálogo con la persona y plantearle las inquietudes personales y también de la comunidad, lo que podría generar un cambio positivo de actitud".
Añade que "si no pueden llegar a algún tipo de acuerdo, se deberá tomar la vía de la mediación vecinal o legal correspondiente, como dirigirse al comité de administración y plantearle los problemas para que éste se encargue del asunto".
Canales de contacto
Castro también recomienda fijar canales de contacto fluidos entre vecinos, como tener listas de números telefónicos y grupos de WhatsApp, donde se puedan plantear ciertas inquietudes y velar por la seguridad mutua.
El experto, sin embargo, recalca que se debe hacer "un buen uso" de esta herramienta y evitar colapsar a los miembros del grupo con mensajes que pudieran no ser de su interés. En otras palabras, no aprovechar los grupos de chats para vender productos ni para enviar memes.
"Hoy en día pasamos poco tiempo en las casas y prácticamente no tratamos ni conocemos a nuestros vecinos, ni siquiera sabemos sus nombres"
Gabriel Sánchez, psicólogo de UDLA"