Corría el año 1997, cuando Charles Moore descubrió "la isla de plástico" en el Océano Pacífico norte, que lejos de tener el paisaje que se espera de islas, ésta alojaba todo el plástico basura que nadie recicló, y que todos botaron en el mundo.

Desde entonces el investigador convirtió la conciencia sobre el uso del plástico en su filosofía de vida. Su interés nace desde que tiene conciencia sobre el respeto y cariño que le profesa al mar.

Recorre kilómetros en su catamarán Alguita, cuyo nombre deriva de su amor por las algas.

Charles Moore cuenta que "el plástico esta presente en todos los elementos que conocemos, tiene tantos usos después de su vida útil, pero es más fácil botarlos al mar, total el océano es grande, y en cien años más tendremos casi la mitad de los océanos con plásticos".

"Ingresé a esta vorágine de concientizar sobre el plástico y su efecto letal en todo el medio ambiente por que el daño es gigantesco; converso con autoridades, organizaciones ambientales, la población local; pero como estamos organizados para revertir esta tendencia de más polución de plástico, lo que se puede hacer es casi nada", señala el capitán ecologista.

Sin embargo dice estar optimista, ya que en cada lugar que recala encuentra adeptos a su causa y a la prevención de botar plásticos y otros residuos al mar.

"El activista no es quien dice que el río está sucio, el activista es quien limpia el río" dice el político estadounidense Henry Ross Perot, modificando un poco la frase, entonces Charles Moore no sólo es un activista limpiando el océano, es un osado activista.

¿Y cómo se define hoy?. "Usé mi nombre y mi poca fama para cambiar mentes, crear conciencia; pasé de ser un científico a un activista; esto haré hasta el último día de mi vida. Hablo con todos lo que quieran escucharme y agarren la onda; esto es real, nos afecta a todos, y todos somos responsables, pero también todos somos actores del cambio, y eso es una esperanza".